jueves, 28 de mayo de 2015

Escribir a mano es vital para el cerebro.

La gran interrogante en la actualidad es: ¿cómo hacer compatibles las habilidades que promueve la escritura "a mano" con el uso del teclado?. Quien no haya entrenado su memoria a partir de la escritura a mano, carecerá de capacidad de innovación. Cuando Finlandia anunció que a partir del próximo año, dejará de impartir cursos de caligrafía en sus escuelas, el mundo encendió las alarmas: ¿por qué el país modelo en educación desprecia la letra a mano?. Se supuso que eso obedecía al uso masivo de teclados, pero lo cierto es que fue incomprendido. "La escritura que se realiza a mano, con bolígrafo, no dejará de enseñarse en Finlandia, pues se considera muy importante para adquirir destrezas y memoria", aclaró Minna Harmanen, del Instituto Nacional de este país escandinavo. El cambio es que ahora, según explicó, los niños solamente deberán aprender los trazos de un único tipo de escritura: la letra imprenta. Dejarán de aprender caligrafía pegada o cursiva y el tiempo que se le dedicaba a esta destreza, se empleará para enseñarles mecanografía. Al debate, se sumó el economista y grafólogo catalán Joaquim Valls, quien asegura que sumar a mano (sin calculadora), y escribir, siguen siendo habilidades necesarias para mantener en forma el cerebro, como la clase de educación física ayuda al cuerpo, argumenta el doctor Valls. Lamentablemente, sostiene el especialista, en Estados Unidos y otras latitudes ya hay generaciones de niños que no escriben casi nunca a mano y las consecuencias han sido graves. "Lo que más se ve afectado es la memoria. El problema con la memoria humana, es que no tiene nada que ver con la animal. Nosotros tenemos lo que se llaman recuerdos de futuro; es decir, yo puedo decirte: ?Recuerda que mañana tienes que hacer esto'. "Estos recuerdos de futuro son los que nos permiten hacer proyectos y ser creativos. "La creatividad es memoria de futuro. La imaginación se basa en la memoria. Por tanto, una persona que no haya entrenado su memoria, a partir de la escritura a mano, entre otras destrezas, carecerá de capacidad de innovación". Valls, alerta de que el que carece de la habilidad de innovar, está condenado a no ganarse la vida en la actualidad. Según Valls, la motricidad fina está en los ganglios basales, una zona del cerebro. Todo lo que hacemos de memoria, lo hacemos con los ganglios basales. Así, cuando se empieza a manejar un vehículo, la persona tiene que pensar dónde está el acelerador, el freno, los cambios. "Toda esta información, la administra la corteza cerebral. Conforme se maneja más, se van interiorizando los pasos necesarios para hacerlo y al final, se hace mecánicamente". Esto quiere decir que ese conocimiento se "comprimió" en los ganglios basales. Ahí están todas las actividades que hacemos de memoria, el pensamiento rápido y la motricidad fina. "Así, el niño que escribe a mano, está entrenando los ganglios basales". La gran interrogante en la actualidad es: ¿cómo hacer compatibles las habilidades que promueve la escritura "a mano" con el uso del teclado?. Y Valls responde: "Yo propongo que vayamos al gimnasio del cerebro, que es la letra. Propongo de 10 a 15 minutos al día escribiendo mediante el método grafotransformador. "Se trata de autoinstrucciones positivas. Yo les pido a mis alumnos que escriban: ?que guapo soy' cinco veces seguidas, fijándose en cómo hacen la letra. La repetición de la frase, hace que esta pierda sentido y como te estás fijando en una letra, ya ni te das cuenta de qué estás escribiendo y la frase va directamente al inconsciente. "Esto es útil en una situación complicada, porque la frase empoderante surge automáticamente, está grabada en el inconsciente", dice el economista y grafólogo catalán. Se dice que antes de acostarse, es el momento perfecto para entrar en el inconsciente. Lo mejor es escribir por la noche. "El cerebro tiene filtros, y justo cuando estás a punto de dormirte, baja la guardia, ahí es donde podemos repetirle una orden positiva varias veces, hasta que la memoriza en el inconsciente. Lo mejor sería hacer ese recuento cada noche. Parar, pensar qué puedes aprender o qué puedes mejorar y escribir una segunda parte en positivo. Así, el cerebro se queda con la parte positiva". Ojo, no solo cuenta escribir, sino también cómo es la letra. El estudioso, concluye diciendo que el esfuerzo por "hacerla bonita", se asocia con una mayor inteligencia emocional. "El optimismo se mejora con renglones ligeramente ascendentes. La perseverancia, cambiando la letra ?t'; la gestión de emociones, trabajando la letra ?m'". Los cuadernos de caligrafía, siempre han tenido los renglones rectos, lo que crea alumnos obedientes. Lo que proponemos son renglones ligeramente ascendentes, lo cual nos hace escribir con más ganas, más alegría. Escribir hacia abajo es síntoma de desgano, de apatía. Fuente: El Tiempo.
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