sábado, 4 de mayo de 2013

Artículo de 2008: HISTORIA DE APARATOS PARA SORDOS

HISTORIA DE APARATOS PARA SORDOS Cápsula 307 del 7 de Junio de 2008 Investigación y Guión: Conti González Báez Las pruebas y tratamientos para desórdenes de la audición pueden rastrearse hasta el Siglo I antes de Nuestra Era. Las prácticas de Arquígenes, un prominente médico griego, involucraban el examen y tratamiento de la sordera mediante el envío de vibraciones audibles e irritantes al oído, a través de una especie de embudo. Esto sugiere que entre los médicos ya existía una idea acerca de cómo amplificar el sonido. Sin embargo, nada indica que haya existido un verdadero conocimiento del funcionamiento del oído, de las causas de la falta o pérdida de la audición, ni el uso o aplicación consistente de artefactos para ayudar a escuchar a los sordos. La comprensión de la anatomía del oído humano fue crucial para entender cómo tratar la pérdida de la audición. Con el surgimiento de varios anatomistas en los siglos XV y XVI, los tratamientos para la sordera tomaron una nueva forma, mientras se iba conociendo mejor cómo son la estructura y el funcionamiento del oído. Entre los anatomistas más destacados por sus descubrimientos podemos mencionar a Alessandro Achillini, Philippus Ingrassia y Julius Casserius. La función principal de los primeros aparatos para sordos era amplificar el sonido, primordialmente a través del uso de bocinas y tubos auditivos. Las bocinas o trompetas fueron usadas en un principio por marinos que necesitaban comunicarse a grandes distancias y posteriormente fueron adaptadas para ser utilizadas por personas con problemas auditivos. Se fabricaban en muchos estilos y diseños, desde modelos baratos hechos de hojalata o caucho, hasta los más caros, construidos de materiales más valiosos y en diseños estilizados. Estos últimos eran tratados como joyería, pero su precio tenía poca correlación con su efectividad como instrumento para oír mejor. Encontrar un aparato que funcionara implicaba probar muchos, hasta encontrar el adecuado para las características de cada persona. Las mejores trompetas auditivas podían ayudar tan sólo a personas con problemas de audición leves. Su capacidad de amplificación del sonido mejoraba con un mayor tamaño, pero eso las hacía pesadas y dificultaba su uso. Los auriculares y cornetines se desarrollaron como una alternativa a las trompetas, con la idea de que además de ser más ligeros, fueran más discretos para el usuario. Los sonidos son transmitidos al oído por las vibraciones en el aire, pero también por las vibraciones de los huesos del esqueleto. A esto se le llama conducción ósea. Para algunas personas necesitadas de aparatos auditivos, fue la mejor manera de transmitir el sonido. Los artefactos de conducción ósea fueron probados desde el siglo XVI. Uno de los primeros modelos era un aparato con un extremo apoyado en la boca o garganta de quien hablaba y el otro sostenido entre los dientes de quien escuchaba. Esto limitaba la distancia para hablar y el número de personas involucradas en la conversación. Dos siglos después, apareció un aparato que usaba un abanico vulcanizado que recogía las vibraciones del aire y las transmitía a los dientes de quien deseaba escuchar. El científico Volta, descubridor de la célula electrolítica, fue el primero en experimentar con métodos eléctricos para estimular la audición. Otros investigadores siguieron esa línea durante el siglo XIX. Bologne intentó estimular el oído utilizando una corriente alterna y Brenner estudió los efectos de electrodos bipolares. Los resultados no fueron muy satisfactorios, pero crearon las bases para futuros experimentos. Un artefacto llamado el transmisor de carbón fue necesario tanto para el primer teléfono como para los primeros aparatos auditivos. El transmisor estuvo disponible comercialmente a partir de 1898 y era usado para amplificar eléctricamente el sonido. Los conductores óseos eléctricos aparecieron en 1923 y fueron un gran avance. Actualmente, la mayoría de las pérdidas de audición por conducción ósea son corregidas quirúrgicamente. Los inventores y médicos no estaban conformes con los artefactos para la sordera existentes al iniciar el siglo XX y en todo el mundo se hacían esfuerzos por encontrar un aparato más poderoso y efectivo que las trompetas y los conductores óseos. Es incierto el dato sobre quién inventó el primer audífono eléctrico, pero pudo haber sido el Akoulathon, inventado por Miller Reese Hutchinson, usando el potencial del transmisor del carbón para amplificar el sonido, logrando cubrir un mayor rango de frecuencias. Aunque existían ruidos estáticos substanciales y bastante distorsión, su efectividad al amplificar el sonido sobrepasó notablemente a cualquier otro artefacto del pasado. El audífono eléctrico fabricado y vendido por la Compañía Akouphone de Alabama en 1901, con un precio de cuatrocientos dólares. En los 20, el transmisor de carbón fue reemplazado por el bulbo. Los aparatos auditivos que utilizaban bulbos permitieron un mayor poder de amplificación, la cual aumentó más tarde con la introducción de amplificadores especiales y el uso de micrófonos múltiples, aunque tenían la desventaja de que se necesitaba un paquete separado de baterías para calentar los bulbos. El problema fue resuelto en 1947 con la invención del transistor, que revolucionó el desarrollo de los artefactos auditivos. Los transistores permitieron que los audífonos eléctricos fueran cada vez más pequeños, discretos y eficientes. A partir de la invención del transistor, se dieron cambios drásticos en la tecnología de los aparatos auditivos, permitiendo crearlos a la medida de las necesidades de cada usuario, pero principalmente con el desarrollo de los implantes auditivos. Éstos son diversos artefactos electrónicos implantados parcial o completamente en el oído, con el objetivo de mejorar la audición. La miniaturización permitió que los aparatos, prótesis e implantes auditivos fueran usados sobre o dentro del oído, proporcionando al usuario una señal sonora de alta calidad. Dentro de la categoría de los implantes auditivos está el Implante Coclear, que básicamente es un transductor que se implanta en el cráneo, detrás del oído y transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. El proceso se lleva a cabo a través de un complicado sistema de múltiples canales que contiene tanto partes externas como internas. Existen diferentes modelos, pero todos usan una tecnología similar. No hubo una persona que lo inventara, sino que el Implante Coclear fue el resultado de muchos años de investigaciones en las que colaboraron individuos y grupos de varios países del mundo, como Francia, Estados Unidos, Australia y Rusia. Actualmente, la mayoría de los esfuerzos en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para aparatos auditivos se concentra en el área de los implantes y en ello participan diversos especialistas, trabajando en equipos multidisciplinarios. Los problemas auditivos afectan a una de cada diez personas, pero la mayoría de quienes sufren alguna discapacidad auditiva pueden recibir ayuda para corregir su problema, si son atendidos a tiempo. En México está disponible la tecnología más avanzada para su tratamiento, por lo que si usted o un ser querido tiene algún problema de audición, debe consultar de inmediato a su médico. Grupo Radiocentro
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1 comentario:

  1. Desde que me quede "sordo "solo había usado una clase de audífonos que me daban lata por la bulla que hacían pero oía les dijeron a mi familia que no podría usar y me los quitaron ,si oía muchos sonidos clarísimos ,y aun mas con los audífonos corrientes .

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