domingo, 1 de septiembre de 2013
Un estudio publicado en la revista "Science" revela que la falta de dinero ocupa mucha energía mental y provoca que disminuyan las capacidades cognitivas.
Los esfuerzos para enfrentar los problemas económicos básicos debilitan las capacidades mentales de las personas que tienen poco dinero para resolverlos, lo que les deja poca energía cognitiva para dedicarla a otras actividades como su educación, señaló un estudio publicado en Estados Unidos.
Esta movilización de capacidades cerebrales para superar situaciones estresantes, como el hecho de saber si se tendrá el dinero suficiente para alimentar a la familia o pagar el próximo alquiler de la vivienda, puede suponer una reducción de hasta 13 puntos del coeficiente intelectual (CI) de una persona, es decir, un descenso de 10 por ciento con respecto a la media de la población.
Una disminución de este tipo de las capacidades mentales equivale a la sufrida tras una noche sin dormir, precisaron los investigadores, cuyo estudio fue publicado en la revista estadunidense Science.
“Para muchos pobres, estos problemas se vuelven tan persistentes que es difícil concentrarse en otras cosas como la educación, la formación profesional, o incluso la organización de su tiempo”, explicó Sendhil Mullainathan, economista de la Universidad de Harvard y uno de los principales autores de la investigación divulgada.
“Esto no significa que los pobres sean menos inteligentes que los demás, sino que la falta de recursos económicos moviliza mucha energía mental… Es como un ordenador que funciona lento porque está cargando un video muy largo”, ejemplificó el experto.
“La pobreza se ve a menudo como resultado de un fracaso personal o consecuencia del hecho de haber sido criado en un entorno desfavorable, pero nuestro estudio muestra que la falta de recursos financieros puede por sí misma deteriorar las funciones cognitivas”, abundó por su parte Jiayingt Zhao, otro de los autores que se desempeña como profesor adjunto de psicología en la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá.
Para realizar este estudio los investigadores primero llevaron a cabo experimentos con 400 personas tomadas al azar en un centro comercial de Nueva Jersey, Estados Unidos, entre 2010 y 2011, con un ingreso medio anual de entre 20 mil y 70 mil dólares.
Los científicos sometieron a los participantes repartidos en dos grupos —uno formado de los de menores ingresos y otro con los que ganaban más— a diferentes situaciones, como tener que pagar una gran reparación de sus vehículos (mil 500 dólares) o una factura mucho menos elevada (150 dólares), y después les efectuaron pruebas cognitivas y de control.
Enfrentados a problemas financieros fácilmente superables, los que tenían remuneraciones bajas obtuvieron resultados comparables a los ricos en estas pruebas. Pero si el problema económico era más difícil de resolver, los menos favorecidos registraron resultados netamente inferiores en las pruebas, con una diferencia de hasta 13 puntos del CI.
Después, los autores del estudio repitieron este experimento en India con agricultores que cultivaban caña de azúcar y que recibían la remuneración por su labor una vez al año, por lo que tenían una mayor disposición de dinero un mes después de la cosecha, pero les hacía falta un mes antes de terminar sus ingresos del año precedente.
Al ser sometidos a las mismas pruebas cognitivas que los grupos de Nueva Jersey, los agricultores indios vieron aumentar su CI casi 10 puntos después de la cosecha en relación al mes precedente, precisaron los investigadores.
Los resultados de estos trabajos pueden tener implicaciones en materia de políticas sociales, e inspirar soluciones a problemas vinculados con la pobreza sin incrementar en cambio el monto de la ayuda financiera. Se trataría sobre todo de atender las preocupaciones que hacen reducir la carga cognitiva de los que tienen menos dinero, señalaron los autores.
“Uno de los grandes desafíos en Estados Unidos para las familias de bajos ingresos es encontrar una guardería para sus pequeños”, señaló Eldar Shafir, profesor de psicología de la Universidad de Princenton, otro coautor del estudio.
“Es un enorme peso sobre sus capacidades mentales que, si se resolviera, permitiría a estas personas ir a trabajar e incrementar su coeficiente intelectual”, opinó el especialista para ejemplificar cómo una política pública de apoyo a personas de escasos recursos puede mejorar su inteligencia.
Fuente: AFP
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